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el sevilla sigue deslumbrando por donde quiera que va y mientras tanto,a dia de hoy sigue con opciones de levantar un titulo en tres competiciones,pero las dudas siguen asaltanto desde madrid y barcelona,¿o son los miedos?,lo cierto y verdad es que se sigue deshojando la margarita y los sevillistas siguen manteniendo las esperanzas de ganarlo todo,aunque sabemos que es una,¿mision imposible?.


Llevamos meses preguntándonos si el Sevilla resistirá tanto esfuerzo continuado, tanto estrés competitivo, y está llegando el momento de conocer las respuestas. El Sevilla es un equipo fantástico, espléndidamente dirigido desde todos los rincones del vestuario: el del trabajo táctico, el de la condición física, el del cuidado psicológico e incluso el del entrenamiento invisible (alimentación, recuperación, concentración). Es un equipo que no tiene dudas en cuanto al trabajo necesario. Las tiene con respecto al resultado de dicho trabajo, pero no hay deportista que no las sienta.
Su hoja de ruta es impecable. Insisto: no me refiero a la de sus resultados, que también, sino a la del trabajo realizado. Los aficionados sevillistas pueden sentirse orgullosos de su cuadro técnico y de sus jugadores. Por los títulos europeos logrados ya y por las altas expectativas creadas para las próximas semanas. Y por la forma de conseguir este altísimo rendimiento agonístico. Pero ahora llega otro momento de la verdad para el equipo de Juande. El momento de conocer su resistencia psicológica y competitiva.

Le hemos visto pelear ferozmente en aquella mítica prórroga contra el Schalke; y barrer al Boro en la final de la Copa UEFA; y al Barça prepotente de la Supercopa; y remontar eliminatorias imposibles como en Donetz o peliagudas como en White Hart Lane. Pero también trastabillar ante rivales pequeños en la Liga, temblar cada vez que ha podido despegarse de sus competidores, flaquear en los días que debía mostrarse duro. Así que es comprensible que existan dudas ahora que este equipo tiene tres citas con la historia. ¿Podrá resistir esta triple presión?
Hemos visto al campeón


Hermoso, hermoso, hermoso. Partido excepcional, sin dudarlo el mejor de la temporada, de los que elevan el nivel de nuestra mediocre Liga a cotas inauditas. Con todos los ingredientes que convierten en apasionante a este deporte del balón: goles espectaculares, penalti errado, expulsiones desequilibrantes, nueva sorpresa táctica de Rijkaard, derroche físico, resistencia mental, excelencia técnica. Francamente, en este Sevilla-Barça creo que hemos visto al campeón del torneo, aunque las trece jornadas que restan todavía permitan mucha vuelta de tuerca.


Un Barça interesante y un Sevilla brillante. Este es el resultado que arroja el partido para mi recuerdo. Un Barça que ha deslumbrado al principio, plantado con un 3-4-3 en ataque donde los centrocampistas eran Zambrotta, Xavi, Iniesta y Gio, reconvertido en 5-3-2 al defender, pues bien Messi, bien Giuly se descolgaban siguiendo a su lateral. Segunda exhibición táctica de Rijkaard en apenas tres días y el Sevilla descolocado, fuera de sitio, sin comprender lo que sucedía. Gol de Ronaldinho y Kanouté en el centro del campo mendigando balones, símbolo del desconcierto local. Penalti fallado que podía sentenciar y a partir de ahí, también como hace tres días y como otras veces, el Barça en vez de machacar piensa en Anfield e intenta enfriar el partido y lo que logra es calentar al rival.



Y entonces ha aparecido un Sevilla descomunal. Difícil destacar a alguien: Daniel Alves, generoso, febril, efervescente, gigantesco (y siempre pisando la línea roja, digámoslo también); Poulsen, reconvertido en central, sobrio y expeditivo; David Castedo, bien ubicado, con coberturas precisas, lección de lo que debe ser un lateral cuando defiende; Martí, marathoniano omnipresente, fenomenal como barrendero y también como constructor; Kerzakhov, batallador desestabilizando a la defensa y con un gol ‘a lo Drogba’; Puerta, filigranero y desequilibrante; y Kanouté, prodigioso de fuerza, de empuje y de voluntad. Un Sevilla de primer nivel europeo, digno líder, capaz de acorralar con uno menos al Barça, pero también acorralado por un campeón serio que ha podido empatar jugando con nueve aunque también salir goleado.

Hemos visto al campeón, creo. No sé si será Sevilla o Barça, pues no sólo hay trece partidos por delante, sino los efectos colaterales de la Champions, la UEFA y la Copa del Rey, más la condición física, la resistencia anímica, la presión de vencer y muchas otras incidencias que seguro ocurrirán. Pero ya nada nos podrá quitar de las retinas un hermoso partido de fútbol jugado por dos grandes. Por fin.
El Sevilla no está para bromas


El jueves por la noche me preguntaba, en gallega duda, si el Sevilla subía o bajaba, pues el puñetazo en Bucarest parecía indicar un progreso evidente pero los últimos empates a cero planteaban varios interrogantes: el estado físico general; la capacidad de soportar la presión; la profundidad de plantilla; la brillantez perdida en las combinaciones... Las respuestas no podían esperar demasiado tiempo, a la vista de las cuatro semanas infernales en que estamos inmersos y no han tardado en llegar. En forma de paliza al Atleti.

Fiado a la velocidad de ida y vuelta del fenomenal Alves y a la fuerza prodigiosa de Kanouté, el Sevilla suma ya una victoria más que el Barça (14 contra 13) y se empareja a puntos con el equipo de Rijkaard, regresando a la misma buena imagen de 2006: sólido atrás, flexible en el centro, poderoso delante. Quizás no sea el equipo más brillante de nuestra Liga, pero sí el más equilibrado entre sus líneas.


El Sevilla abre el baile


El campeón de la UEFA no se ha andado con chiquitas en Bucarest y ha aprovechado el parón invernal del Steaua y la ausencia de Dica para machacar al semifinalista de la pasada temporada. El Sevilla ha abierto el baile de las 'cuatro semanas infernales' con un puñetazo sobre la mesa, aunque el escaso aplomo del Steaua relativiza la fuerza del puñetazo, pero en cualquier caso se ha dado cita ya para el cruce de octavos la primera semana de marzo, donde esperan Werder Bremen, Newcastle, Paris Saint-Germain y probablemente AZ Alkmaar, Espanyol y Celta, todos dispuestos a evitar que el campeón repita corona.

El equipo de Juande Ramos empezó la temporada en agosto como un cohete y durante meses siguió como un cañón, para pasmo de rivales. Entre el Sevilla que ganó la UEFA en mayo y el que arrasó al Barça en la Supercopa europea de agosto no parecía haber existido un verano por medio, pues arrancó incluso más fuerte que concluyó. Como Forrest Gump, el Sevilla corrió y corrió sin parar. Sin pararse siquiera a pensar porqué corría tanto. Hasta que llegó el paréntesis navideño y el corredor se atrancó.
Digeridos los turrones, desde el 6 de enero el Sevilla ha jugado diez partidos en cuarenta días, ganando tres, perdiendo dos y empatando cinco, curiosamente cinco empates a cero, lo que merma el balance goleador: 11 a favor, siete en contra, escasez sorprendente en un equipo que parecía sobrado de goleadores. ¿Cómo está ahora el Sevilla? ¿Sube o baja? Por los tres últimos empates a cero, parecía bajar. Por el puñetazo de Bucarest parece subir, aunque ni el físico parece ser el mismo, ni la línea de presión se hace tan arriba. Bucarest deja, además, la rotura fibrilar en los isquios de Adriano, que se perderá precisamente estas cuatro semanas trascendentales. Al Sevilla no le queda mucho tiempo para definir si sube o baja. La hora de su verdad se acerca
El Sevilla empieza a griparse
Javi Navarro ha levantado el dorado trofeo de ‘mejor equipo del mundo’ y a los pocos minutos el Mallorca se ha dado un festín. Primer equipo que bate al Sevilla en casa, donde llevaba un recorrido impecable. Pero más que el resultado, lo impactante ha sido el juego del equipo sevillano: gripado. Un abismo con respecto de la máquina que ha entusiasmado en los últimos meses. Salvo el arreón final, similar al de la semana pasada en Zaragoza, el Sevilla ha sido una sombra de sí mismo, como si el ejemplo del Barça empezara a conseguir adeptos.

La web del Sevilla dice a esta hora: “Espesito, espesito. Día tonto, de esos en los que nada te sale, en los que no sabes reaccionar ante las adversidades...”. Bien, puede ser. Pero a mí me parece que hay algo más. Por ejemplo, ya todos empezamos a saber también cómo parar a este cuadro: cortándole las alas. El Mallorca ha puesto un muro en la banda y se acabaron Alves, Navas y la santísima trinidad. Manzano ha planteado otro muro en el centro del campo y el Sevilla no ha sabido superarlo con ninguna combinación, salvo colgando balones. Más cosas: los estados de forma óptimos no son eternos y el Sevilla lleva desde agosto a pleno rendimiento. No sería extraño que el equipo entrase en un bache físico hasta marzo.
Haría bien el Barça en no curar sus heridas con el cataplasma sevillista, sobre todo ahora que el Valencia, de la mano de Albelda, ha regresado. El Barça no pierde comba en la Liga gracias a los errores de sus rivales, pero eso no cambia la realidad del equipo de Rijkaard, lastrado por demasiados errores concatenados, apenas despachados con pequeñas palabras como ese "toque de atención" al que se refiere el entrenador o ese "la derrota nos hará reaccionar" del presidente Laporta.
El mejor equipo del mundo


¿Mejor equipo el Sevilla que el Barça en 2006? Personalmente, pienso que el doblete Champions-Liga es superior al doblete UEFA-Supercopa, pero en realidad, ¿qué significa el concepto ‘mejor’? Cualquier estadística es susceptible de ser interpretada al gusto, manipulada en función de intereses o leída con parcialidad. La estadística según la cual el Sevilla ha sido el mejor equipo del mundo en 2006 es una de esas que admite interpretaciones subjetivas, no por los merecimientos del equipo sevillano para estar arriba, que son enormes, sino por esas apariciones sorprendentes de Steaua, Milan o Spartak en la zona noble. Pero es la misma discusión que se puede plantear sobre si Rijkaard es 'mejor entrenador' que Mourinho o Juande, lo que, indudablemente, va a gustos. Más allá de las estadísticas, lo que no admite discusión es que el Sevilla está en lo más alto.
Los aficionados barcelonistas discreparan probablemente de que la Federación de Estadísticos (IFFHS) le otorgue este título al Sevilla, como los sevillistas (especialmente su presidente) no coincidirán en la elección de Rijkaard por delante de Juande Ramos. Pero no puede dudarse de que el Sevilla es ahora un equipo monstruoso, por más que yo mismo mantenga interrogantes sobre si sabrá administrar su futuro. El Sevilla es un equipo construido con tiento: una cantera bien estructurada, mucho olfato en el seguimiento de las promesas internacionales, dinero bien invertido, ventas muy rentables de jugadores y recambio permanente de piezas con mucha planificación previa. Ayer mismo, Johan Cruyff apuntaba en su columna de “La Vanguardia” que el reciente fichaje de Kerzhakov sugiere el probable traspaso en junio de uno de los cuatro delanteros que iniciaron la temporada, muy posiblemente Kanouté, cuyo valor económico en el próximo mercado de verano superaría la frontera de los 25 millones.

Un equipo capaz de afrontar sin pestañear las sucesivas salidas de Reyes, Baptista y Sergio Ramos no es ninguna broma. Capaz de encadenar UEFA, Supercopa y el liderato de la Liga española no es una casualidad. Ahora que ha llegado a lo más alto, independientemente que a cada cual le parezca el mejor del mundo o no, el Sevilla ya no puede ‘esconderse’ más bajo el manto de la falsa humildad. Ahora está obligado a ir a por todas: a por la Liga y la UEFA. A honrar diariamente esa posición noble que la estadística le otorga. Y tiene fútbol para lograrlo.
Un Sevilla en gran forma ha perdido la mitad de sus desplazamientos



A primera vista, el Sevilla lo tiene todo para pelear seriamente por el título de Liga. Es un equipo de porte físico fenomenal, capaz de asustar con su sola presencia. Posee los automatismos mecanizados de los equipos que juegan de memoria, con una elevada capacidad asociativa, convencidos de que el juego colectivo es la mejor de sus armas, por encima de cualquier individualidad. Tiene un espíritu feroz, indesmayable, pues jamás baja los brazos por duro que sea el rival o la tarea. Decía Victor Fernández anoche que jugar contra el Sevilla se hace muy largo y así es. Además, posee una gran seriedad táctica y alternativas estratégicas notables por si las cosas pintan mal. Así que no es líder por casualidad ni omisión de sus contrarios, sino por la acumulación de talento en todas las facetas. Reconozco mi embeleso por el conjunto andaluz. Y, sin embargo, el Sevilla que empieza 2007 perdiendo en Zaragoza deja las dos mismas dudas de los últimos meses: ¿resistirá físicamente? ¿soportará la presión psicológica del liderato? De momento sorprende que el líder de la Liga española haya perdido la mitad de sus partidos como visitante: ha caído frente al Atleti, Barça, Espanyol y Zaragoza y empatado en Santander. Cuatro derrotas y un empate en nueve partidos. Muchas derrotas para quien posee tanta superioridad física, técnica y táctica. Mal síntoma. Es cierto que las sufridas en el Calderón y el Camp Nou tuvieron polémica añadida, pero no es menos cierto que cada vez que el Sevilla ha podido acceder al liderato o consolidarse en él, se ha derretido en su propio caldo. Así que el Sevilla deja dudas por donde pasa. No sobre su juego, que es hermoso, eléctrico y vertical. Tampoco sobre su estado de forma, uno de los mejores de Europa. Ni sobre la sensación de hallarnos frente a un colectivo anudado por conexiones sólidas. Ni frente a unas individualidades (Alves, Kanouté...) de un cuajo extraordinario.

Las dudas pertenecen al terreno de la resistencia y la fortaleza psíquica. Y esa otra que ya he citado: ¿puede ganar la Liga un equipo de balance impecable en casa, pero que pierde la mitad de sus partidos como visitante?

articulos escrito por Martí Perarnau,a lo largo del 2007.
 

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