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Fieles a las buenas tradiciones, Osasuna y Sevilla disputaron un partido dotado de gran intensidad.En los últimos años, los choques entre navarros y andaluces se han caracterizado por la entrega, la garra y el empuje de ambos equipos. Y como no podía ser de otro modo, las semifinales de la Copa de la UEFA eran el pretexto perfecto para una nueva contienda. Un hábitat en el que osasuna co se sienten mas cómodo, un terreno en el que no existen términos medios.
El partido comenzó con muchísima fuerza. Osasuna,llevo el partido a su terreno y el minuto 10'milosevic agrede a polsen para llevar el partido a su terreno.expusion clara que pudo cambiar el devenir del partido.La inicial superioridad sevillista quedó relegada a un segundo plano y los hombres de Juande Ramos tuvieron que emplearse a fondo para despojarse del dominio navarro. No obstante, el primer remate del encuentro llegó de las botas de Kanouté, el argumento ofensivo más poderoso del Sevilla, que golpeó la pelota en semibolea para teñir el coliseo pamplonica de un helador silencio.

Desde ese instante, el partido entró en los parámetros habituales de un Osasuna-Sevilla. Poulsen, auténtico pulmón de la medular sevillista, bregó contra todo el centro del campo osasunista. Quien tampoco renunció a al batalla fue el asiduo Javi Navarro, que se enfrentó al ímpetu de Soldado y el fuerte temperamento de Milosevic. En medio de la refiega, David López exhibió su calidad al dibujar una gran jugada que culminó con un ajustado tiro de Puñal. Acto seguido, fue Raúl García quien probó fortuna con un lanzamiento muy lejano que se perdió en la grada.

Osasuna cedió momentáneamente el control del partido al Sevilla. Sin embargo, el cuadro de Juande Ramos se mostró espeso, trabado, muy lejos de aquella maquinaria bien engrasada que acostumbra a sentenciar a las primeras de cambio. Tan sólo las jugadas a balón parado, donde los metros de Kanouté comandan todas las acciones, sembraron algo de peligro. En una de ellas, Escudé supo escabullirse de una melé para buscar el remate, que no encontró la portería de Ricardo. Osasuna reaccionó con fiereza y firmó las dos mejores ocasiones antes de encarar el túnel de vestuarios. En la primera, los reflejos de Cobeño evitaron el gol de Raúl García, y posteriormente, fue Cruchaga el que pudo desnivelar el marcador con un preciso remate que salió muy cerca del arco sevillista.

Ofensiva rojilla

Lejos de perder fuelle, el envite mantuvo un intenso ritmo en el segundo acto. Definitivamente, Osasuna se lanzó en busca del gol, cotizado a precio de oro. El Sevilla, agazapado, desdibujado y contra las cuerdas, se convirtió en testigo del vigoroso empuje de los de Ziganda. Una generosa apuesta que obtuvo su premio en el 54', cuando Soldado marcó los tiempos en un excelente remate de cabeza ante el que nada pudo hacer Cobeño. La algarabía se apoderó de las gradas del Reyno de Navarra, consciente de la importancia de ese tanto, el equipo navarro se hizo dueño y señor de la partida.

La superioridad rojilla se tradujo en un carrusel de oportunidades que pudieron noquear al Sevilla. David López, soberbio durante todo el choque, falló en un claro remate a bocajarro, y a continuación, Soldado pudo redondear una gran actuación si su disparo hubiese encontrado la escuadra de la portería hispalense. Un breve respiro para los andaluces, que se prolongó cuando el colegiado Eric Braamhaar, lesionado, detuvo el partido. En la reanudación, el Sevilla apeló a su condición de campeón para buscar la igualada. Un esfuerzo estéril, vacío, exento de argumentos de peso. Tan sólo un efímero fogonazo de Kerzhakov y un tímido disparo de Kanouté desestabilizaron la serenidad de los navarros. Osasuna,, se adjudicó el primer asalto en su propósito de llegar a la gran final del Glasgow. Antes, el Pizjuán dictará sentencia.En la guerra, cuando no se puede con el enemigo, lo más sensato es saber guarecerse, conservar la vida y tener la posibilidad de recomponer la figura para la próxima batalla. No gana el más fuerte sino el que aplica la inteligencia, en un escenario en el que la honra apenas tiene cabida.
 

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