Encarna todas las virtudes que se le presuponen a un delantero, a un goleador nato, a un futbolista que nunca le pierde la cara a la portería contraría. El salto a la fama y al reconocimiento del gran público que le conllevó el ser máximo goleador de la finalista Alemania en el Mundial de Corea y Japón de 2002 (cinco goles) no hizo sino marcar el punto de inflexión para la definitiva explosión del futbolista de origen polaco.
El Werder Bremen, por entonces campeón de la Bundesliga y equipo en franca progresión, fichó delantero por 5 millones de €uros, una cantidad ciertamente pequeña.

Ahora, con 28 años, es ya toda una figura internacional, y el mejor delantero que ha dado el fútbol alemán en los últimos tiempos. Indiscutible en la selección y estrella en el único equipo capaz de plantar cara seriamente al todopoderoso Bayern, Klose ha evolucionado hasta convertirse en un goleador total. Su gran golpeo de balón con ambas piernas no es mejor que su remate de cabeza (pese a no destacar por su altura), pero lo que de verdad le hace especial es lo que se esconde tras esa camiseta número 11: instinto, instinto asesino, instinto goleador. Dentro del área es inútil pedirle la pelota, porque él ya está pensando en cómo celebrar su gol.
40 goles en 58 partidos de Bundesliga con el Werder Bremen le contemplan. Pocos, por no decir ninguno, delanteros europeos pueden equipararse a “Miro”.
El mejor delantero alemán de los últimos años y uno de los goleadores más importantes a nivel mundial.
En la pasada campaña 25 tantos en 26 encuentros. Un total de 104 goles en 204 partidos. Números de crack.
Media Europa quiere hacerse con sus servicios, y parece que Miroslav no ve con malos ojos un cambio de aires. No obstante su mente sigue centrada en hacer las cosas bien este año con el Werder.
Klose como buen ariete que es, nunca se quita del pensamiento la portería contraria ni cuál es su posición respecto a ella. Verticalidad, nada de vaciles o especulaciones con el balón, siempre directo a por el gol. Su crecimiento sigue año tras año, y además de perfeccionar su más que desarrollada capacidad rematadora y su técnica, también es más inteligente sobre el terreno de juego, eligiendo bien en cada acción y con mucha movilidad.