No se conforman con eso. Quieren más... y lo merecen... La máquina futbolística llamada Sevilla F.C. sigue viva como si acabara de salir del taller... o en este caso de la pretemporada. Más fuertes que nadie, una vez más sobreponiéndose a todo, y pasando por encima de un muy buen rival que se encontró con la suerte del tanto del empate a falta de 15 minutos cuando apenas lo había intentado. La clasificación para la ronda previa de la Liga de Campeones es un hecho, la tercera plaza está a un sólo punto y la lucha por la liga sigue siendo el objetivo. La presión no hace mella en el rodillo de Juande Ramos, que además ve como sus tres delanteros ven portería y se enchufan para el fin de fiesta. Lástima de parón liguero que aplazará la decisión final hasta dentro de 21 días.

Es muy difícil, por no decir imposible, ver en toda Europa un equipo con el equilibrio de este Sevilla, capaz de llegar sin cesar al área rival y finalizar las jugadas sin apenas resentirse en defensa o capaz de crear del orden de 10 ocasiones claras por partido en casa mientras que el rival apenas llega dos o tres veces con peligro. Eso ha vuelto a pasar contra el Zaragoza. Costó abrir la lata, pero Luis Fabiano se sacó de la chistera un gol genial sin contar con sus compañeros. El '10' provocó además un penalti nada más comenzar el segundo tiempo que parecía dejar el trabajo hecho, pero Kanouté lo mandó a las nubes... y cuando se había perdonado lo imperdonable y el increible gol olímpico de D´Alesandro parecía haber acabado con el sueño liguero llegó el vendabal nuevamente. La ocasión fallada por Duda y más tarde el gol de Kerzhakov, la puntilla de Kanouté y el éxtasis. La Champions es poco premio.