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El Sevilla tuvo que sacar su pundonor en Riazor, su aura de equipo grande, para remontar un partido que se le había complicado tras una genialidad del reaparecido Rodolfo Bodipo y que contrarrestaron Renato y Kanouté.

El Sevilla sigue haciendo una campaña épica. Impresionante, magnífico, brutal lo que han hecho hoy los hombres de Juande Ramos cuando habían dicho casi adiós a la Liga a falta de media hora para el final del encuentro. Pero este equipo no entiende de cansancios, de prórrogas, de resacas, de celebraciones ni nada de nada. Sólo sabe ganar. Incluso cuando peor pintaban las cosas, este equipo gana. Qué más da lo que se ha fallado, qué más da que no haya jugado bien, qué más da que haya mucho que mejorar en ciertas fases del juego, qué más da Chevantón... Lo que importa es lo que han visto arriba, el resultado. El Sevilla ganó y espera ahora que los dos grandes de España, con la presión, no consigan ganar en dos plazas muy complicadas. Después de una primera parte en la que Chevantón falló la jugada del partido, el Sevilla planteaba la segunda parte sin mucho ritmo. Después, el gol de Bodipo dejaba todo fuera del alcance, a pensar en la Copa del Rey, pero esos tíos de naranja flúor se mosquean si se les da por derrotados antes de tiempo. Y así, Renato de cabezazo tras buen pase de Duda (muy buenos minutos del portugués) y Kanouté (20 goles) tras toque maguestuoso de Navas, cerraban la remontada que huele muy bien. Y encima, a un punto de la Champions matemática.
 

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