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Noche mágica en Nervión. Poco más se puede decir de lo vivido por el Sevilla ante el Arsenal. Los de Manolo Jiménez han conseguido remontar a un señor equipo a pesar de las bajas, inflingirle la primera derrota de la temporada en cualquier competición y, sobre todo, pasar a octavos de final de la competición de clubes más importante del mundo por la puerta grande teniendo en la última jornada además la oportunidad de hacerlo como líder y cabeza de serie en el sorteo. La grandeza del triunfo es tal que las sensaciones vividas en Nervión no tienen nada que envidiarle a las que tantas y tantas veces se experimentaron en los mejores momentos de este equipo en temporadas anteriores.

El Sevilla ha sido capaz de rehacerse de un inicio horrible. En los primeros momentos el Arsenal se encontraba tan a gusto como en el salón de su casa, tocando y tocando y consiguiendo que los de Jiménez persiguiesen sombras, dando sensación de cansancio sin poder hacerse con la pelota. El gol no fue fruto de una cascada de ocasiones de gol, pero sí de la superioridad 'gunner' en esa fase del partido. entrada por banda derecha y fallo descomunal de entendimiento entre Alves y Palop que aporvechaba Eduardo para hacer el 0-1. Tocaba sufrir. Al menos hasta el minuto 25. Despertaba el Sevilla espoleado por la grada, casi llena, y empataba Keita. El de Mali volvía a reventar un balón suelto en el borde del área para ponérselo imposible al meta Almunia en el techo de su portería. Ahí aparecía el Sevilla del Pizjuán, el Sevilla de las grandes tardes, el Sevilla que arrolla a sus rivales a base de llegarles a su portería hasta cansarse de hacerlo.

El 2-1 con sabor a Eindhoven de Luis Fabiano llegaba antes del descanso y en la segunda parte la máquina seguía generando fútbol mientras que el Arsenal lo intentaba sobre todo por la izquierda y con balonazos al gigante Bendtner que no podía superar a Fazio y al descomunal Dragutinovic, una enormidad de futbolista. De ahí al final el drama, la expulsión de Wenger, el penalti pitado primero y anulado después, la lesión de Crespo, las ocasiones falladas y al final... el gol, el 3-1 de cierre de fiesta tras un penalti cometido sobre Kanouté y convertido por él mismo. Jugando como hoy las crisis no existen. Enorme Sevilla.
 

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