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No se puede fallar tanto. No cabe otra reflexión tras la injustísima derrota cosechada por el Sevilla en la Romareda. La ley del fútbol, que dice que el que perdona lo paga, ha sido más inflexible con el Sevilla que nunca, incluso más que el pasado martes frente al Español. Los de Juande Ramos han tenido una decena de ocasiones claras de gol y no han sido capaces de ver puerta. Navas, Luis Fabiano, Kanouté y hasta Koné sin portero tras regatear a tres rivales han tenido en sus botas una victoria que debería haber sido hasta cómoda. Lo peor de todo es que el equipo suma su cuarta derrota consecutiva y que llegará con urgencias al crucial partido ante el Slavia de Praga en la Liga de Campeones.

En la primera parte la posesión de la pelota era del conjunto maño, mientras que el Sevilla contragolpeaba con mucho peligro especialmente por la banda derecha, en la que Navas aparecía continuamente pero sin encontrar el centro adecuado. Koné dejaba detalles de una clase tremenda y era un peligro constante para un muy vulgar Zaragoza. En el segundo tiempo la diferencia entre ambos equipos se agigantaba a pesar de que llegaban los dos goles del Zaragoza. Koné tenía la más clara nada más empezar y el resto de oportunidades llegaban en cascada. Pero la ley del fútbol es inexorable. En el minuto 53 una falta muy lejana botada por D´Alessandro se colaba en la meta de Palop en un claro fallo del guardameta, que abandonaba su palo y permitía que el balón se colase en la portería. A partir de ahí el caos táctico, más ocasiones clarísimas y los cambios de Juande Ramos, que más que ayudar frenaban la posible remontada del equipo, renunciando a las bandas y sacando a Koné del rectángulo de juego.

El postrero gol de Sergio García sólo serviría para evidenciar que hoy el Zaragoza tenía más pegada que el Sevilla. Sólo en eso fue superior el conjunto de Víctor Fernández.
 

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